Rodrigo MANDIAA Y PARGA


MANDIAA Y PARGA, Rodrigo (El Ferrol, La Coruña, 1603 - Astorga, León, 1674). Obispo y jurista.


      Hijo de Pedro Yáñez de Mandiaa y Parga y de Isabel Fernández de Leyro y Doza. Fue monje benito y abad del monasterio de Caaveiro, junto al río Eume. Estudió en el Colegio de San Clemente de la ciudad de Santiago y, más tarde, fue rector del mismo. También parece que fue colegial de honor del Colegio de Cuenca, en Salamanca, y allí obtuvo el doctorado en cánones. Fue ordenado sacerdote a los veinte años y a los 27 ya era grande y extendida su reputación de buen canonista. Ocupó muchos e importantes cargos: maestrescuela de la Catedral de Salamanca y canciller de su Universidad, consultor del Santo Oficio y vicario general del arzobispado de Toledo. Electo obispo de Siria en 1652, aunque no llegó a ser consagrado por ocultas razones. Obispo de Almería en 1663, pasó al de Astorga en 1672, donde murió, siendo enterrado en el convento de terciarias franciscanas de Santa Isabel de Hungría.

      Fue autor de muchas obras, casi todas de carácter jurídico y teológico, entre las que sobresalen sus famosos Dubios, publicados en Almería en 1667. Aunque todos ellos muy interesantes, es muy destacable el IV en el que hace algunas reflexiones sobre la correcta utilización de los bienes de la Iglesia, defendiendo su reparto entre los pobres antes que su empleo en ornamentación de iglesias y compra de alhajas. Dejó un escrito muy minucioso de cómo encontró la diócesis a su llegada y cómo la dejaba al marchar. Fundó en 1670 una casa de niños expósitos, inexistente hasta entonces en Almería. Recurrió ante el Rey con un interesante y poco conocido escrito, el Breve Pontificio y la Cédula Real subsiguiente, por la que se ordenaba aplicar la primera canonjía que vacare en Almería a la Catedral de Ciudad Rodrigo.

      Tuvo muchos problemas y serios roces con su Cabildo por causa de la interpretación de las raciones y formas de repartir los diezmos, pues afirmó rotundamente y denunció ante la Cámara que el Cabildo se venía apropiando desde hacía muchos años de gran parte de las rentas que correspondían a las fábricas de iglesias y al socorro de pobres y hospitales. Este tema también le llevó a pleitear con los señores temporales, especialmente con el marqués de los Vélez. Durante su episcopado logró que las fábricas generales tuviesen un importante superávit, debido, en parte, a las buenas cosechas de los años anteriores, a la libertad de comerciar con los cereales que el gobierno había concedido y, sobre todo, al nombramiento de nuevos y fieles administradores, que consiguieron en sólo un año acrecentar las rentas eclesiásticas y tercias reales en la mitad más del valor que hasta entonces venían teniendo, llegando a reunir 70.000 ducados. Fundado en esta abundancia, el Cabildo pretendió un aumento de sus rentas y presentó un memorial al Rey en 1669 en este sentido, aunque no consiguió su propósito de que los sobrantes fuesen en su propio beneficio. La mayoría de sus escritos se pueden consultar en la Biblioteca Pública de León.




Gómez Ruiz, Trino





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