Político, diputado. Nieto de médico rural, era el mayor de sus hermanos, José y Catalina, todos ellos hijos de Nicolás Salmerón y Alonso, presidente de la Primera República española, del que heredó no sólo su nombre sino su talante político y su cultura cívica democrática. Cursó sus estudios en Francia, cuyo idioma dominaba a la perfección; lo que unido a su amor por la literatura le hizo traducir multitud de obras: El mal del siglo, Degeneración, El sentido de la Historia, Les grandes courantes de la Rusie contemporaine. Colaboró asiduamente en el Courier Européen, Documents du Progrées y La Libertad; fundó las revistas Germinal y Vida Nueva, baluartes de la generación del 98; y desarrolló una importante labor cultural y social en el Ateneo de Madrid. Se casó con Ramona Lombardero y tuvieron tres hijos biológicos (Nicolás, José y María Luisa) y uno adoptado (Carmen). A raíz del desastre colonial, se puso al servicio de las ideas republicanas y socialistas dedicándose, sobre todo, al movimiento juvenil y al sector proletario, a los que transmitió sus ideales de libertad y justicia social. Republicano de izquierdas, conspiró activamente para derrocar a la Monarquía y se distinguió por su lucha contra la Dictadura de Primo de Rivera, lo que le valió la persecución y prisión en la cárcel Modelo. Contribuyó tenazmente en la instauración de la República y, más tarde, en su consolidación. Radical en las ideas, pero comedido y gradualista en los métodos, militó en el Partido Republicano Radical-Socialista, igual que su hermano José, donde desempeñó distintos cargos en el Comité ejecutivo nacional. Por este partido fue elegido diputado constituyente por la provincia de Almería (VI- 1931). Sordo, como su tío Francisco, padecía una bronquitis crónica, como su padre, que, complicada con sus problemas cardíacos, le causaron la muerte a causa de un enfisema pulmonar.