Con la aridez el valor del agua se multiplica y se convierte en el recurso que determina la vida, la demografía y la ocupación del territorio. Esta dependencia histórica ha generado una cultura del agua necesaria para sobrevivir y prosperar, que ha marcado el carácter de los almerienses hasta convertir el problema en un recurso y generar un patrimonio vital indispensable.

Conscientes de la importancia de este patrimonio secular ligado a la cultura tradicional del agua que va desapareciendo y sabedores que el solar almeriense por su aridez, situación, régimen torrencial y pisos climáticos es un compendio representativo y completo de la cultura y paisajes del agua mediterráneos, hemos puesto el acento en mostrarlos de manera didáctica y amena, pero a la vez rigurosa, tal como corresponde a esta colección de Guías de Almería. La provincia es un museo al aire libre repleto de construcciones hidráulicas tradicionales, que nos aportan una identidad y singularidad que debemos conocer y proteger. 

Por otra parte, la nueva cultura del agua rompe con lo secularmente establecido a través de la gran hidráulica, que supone un salto sin precedentes al gestionar y movilizar grandes caudales para transformar las estepas y llanuras litorales en nuevos territorios irrigados e invernados que han convertido la provincia en una huerta con proyección europea, todo ello con su correspondiente coste medioambiental, las implicaciones demográficas inherentes y la innovación tecnológica que conlleva. La cultura del agua se renueva pero sigue siendo el motor, el eje y la seña de identidad más decisiva.