Importante comerciante, fue propietario de la droguería La Alhambra, fundada en 1896, ubicada en la calle Granada, dedicada a la venta de suministros agrícolas y ganaderos, pinturas, productos químicos y especializada en material fotográfico. Agente consular de Cuba, fue propietario de minas en Beires, Fondón, Almería y Serón.
Presidente de la Cámara Oficial de Comercio de Almería desde el 8 de octubre de 1918 hasta el 27 de diciembre de 1928, cuando las autoridades del régimen de Primo de Rivera provocaron un cambio en el seno de la Cámara de Comercio. El 21 de septiembre de 1931 volvió a la presidencia de la Cámara de Comercio hasta el 20 de septiembre de 1936.
Con una destacada relevancia social, en 1910 ocupó la presidencia accidental del Círculo Mercantil e Industrial. En 1923 aparece como vocal de la Junta Local de Emigración que, presidida por el alcalde Antonio Iribarne Scheidnagel, reunía a algunas de las personalidades más destacadas de la ciudad. En 1930 formó parte de la Junta Directiva del Ateneo de Almería. En las primeras décadas del siglo XX su nombre y el de su negocio de droguería La Alhambra se convirtieron en un clásico de la publicidad en la prensa local.
De ideas republicanas, su trayectoria política es consecuencia de la evolución del republicanismo almeriense en el primer tercio del siglo XX. Seguidor del republicanismo histórico de Nicolás Salmerón, concurrió a las elecciones municipales de 1911 en la candidatura de la conjunción republicano-socialista, siendo elegido concejal del Ayuntamiento de Almería. Para las elecciones municipales de 1920, junto a Manuel Pérez García, avaló la candidatura del republicano Miguel Granados Ruiz al Ayuntamiento de la capital. En las elecciones municipales de 1922 volvió a ser candidato republicano, no siendo elegido. En marzo de 1922 formaba parte del Círculo Instructivo Benéfico Republicano, integrado por un centenar de republicanos.
Durante la Dictadura de Primo de Rivera, a través de la masonería y los homenajes mantuvo sus ideales políticos. En 1926 se inició en la masonería a través de la logia Redención número 18, donde alcanzó el grado 1º, siendo expulsado poco después. Entre 1926 y 1928 los almerienses entregaban en su negocio sus donativos para erigir el monumento a Nicolás Salmerón que se instaló posteriormente en Alhama.
En febrero de 1930, por su condición de mayor contribuyente fue nombrado concejal y elegido 6º teniente de alcaldía. En las elecciones del 12 de abril de 1931 fue elegido concejal por la conjunción republicano-socialista. Con el republicano radical-socialista Miguel Granados Ruiz como alcalde, Eugenio de Bustos fue elegido 4º teniente de alcaldía. En abril de 1931, como miembro de la comisión encargada de renombrar el callejero municipal propuso, y se aceptó, que el parque Alfonso XIII pasara a llamarse Nicolás Salmerón.
Con la ruptura de los republicanos radicales y la aparición de los radicaldemócratas, se mantuvo en la opción radical. En febrero de 1936 aparece como presidente del comité provincial de los republicanos radicales y vinculado en Almería a Antonio Tuñón de Lara y al dirigente nacional Alejandro Lerroux.
Entre 1935 y 1936 fue presidente de la Junta de Obras del Puerto. Entre sus proyectos al frente de la misma planteó la construcción de un edificio frigorífico, de tinglados en el dique de Levante, un edificio para Junta de Obras del Puerto y finalización del varadero como medidas para hacer frente al problema de paro en la ciudad.
Durante la Guerra Civil mantuvo actividad en su comercio y contribuyó económicamente para ayudar a la población de Valencia. Tras la guerra, el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo le incoó expediente en marzo de 1942, que fue sobreseído poco después por no existir pruebas documentales de su pertenencia a la masonería. En 1939 el Tribunal de Responsabilidades Políticas embargó sus bienes hasta que en 1944 se decretó su levantamiento. Su negocio de droguería pasó entonces a llamarse Almería Industrial.