Carlos LÓPEZ REDONDO


LÓPEZ REDONDO, Carlos (Madrid, 1864 - Madrid, 1946). Pintor.


      Aunque de origen madrileño, su labor en la Escuela de Artes y su obra pictórica, junto con su larga estancia en nuestra ciudad, le hace almeriense de adopción. Siendo su familia de posición acomodada, estudia en la Escuela Central de Artes y Oficios de Madrid (1878-83) y en la Escuela Superior de Pintura, Escultura y Grabado de Madrid hasta 1886, siendo discípulo de José Casado del Alisal. En 1888 ocupa la plaza de ayudante de dibujo en interinidad.

      Su relación con Almería comienza en 1891 cuando consigue la cátedra de Dibujo de Adorno y Figura en la Escuela de Artes y Oficios, siendo nombrado director de la misma en 1892, cargo que desempeña durante 23 años. Durante todo ese tiempo uno de sus empeños es consolidar la inserción de la Escuela en la vida artística de la ciudad, fomentando las actividades artísticas y culturales tanto a nivel provincial como nacional, como la participación de la Escuela en la Exposición Nacional de Artes Decorativas con gran éxito de alumnos y profesorado. A través de sus gestiones consigue que el rey Alfonso XIII visite la Escuela durante su estancia en Almería en 1904 y desarrolla una intensa actividad para la construcción de un edificio que albergara a la Escuela y que pasaría a construirse en el actual Instituto Celia Viñas.

      Paralelamente a su labor educativa, desarrolla en Almería su faceta de pintor, destacando como pintor decorativo en instituciones y residencias burguesas, siendo su pintura muy bien valorada, llegando a participar con éxito de crítica en diversos eventos dentro y fuera de España: Exposición Internacional de Bellas Artes de Madrid (1892), donde consiguió una tercera medalla por su cuadro Sin trabajo, en la actualidad propiedad del Museo del Prado; Exposición Nacional de Bellas Artes (1904), de nuevo tercera medalla por la obra El hormiguero, escena típica de la carga del mineral en el puerto de Almería; medalla de oro en la Exposición de Artes de Decorativas de Granada (1906) y en la Exposición Internacional de Buenos Aires (1913).

      Su prestigio entre la sociedad almeriense le valió numerosos encargos, destacando la decoración que hizo para el techo del salón de baile de la casa del conservador Emilio Pérez Ibáñez, alcalde de la ciudad, cuya residencia era uno de los edificios más lujosos de los construidos en Almería a finales del siglo XIX; durante mucho tiempo, sede del Casino Cultural y, en la actualidad, constituye el salón de actos de la Consejería de Gobernación de la Junta de Andalucía. Se trata de un conjunto de seis paneles, ejecutados en la técnica de óleo sobre lienzo, en donde se representan las alegorías de la Fortuna, la Abundancia, la Música, la Poesía, el Amor y la Danza. Constituyen el más destacado ejemplo de simbolismo esteticista en nuestra provincia.

      Pronto, en 1895, echa raíces en nuestra ciudad al casarse con una almeriense de la alta sociedad, Concha Romero Valdez, y continúa su labor docente y artística, donde sobresale como pintor de retratos y como paisajista, destacando, sobre todo, en sus escenas de género que trata con refinado realismo no exento de cierta crítica social. Igualmente hay que sobresaltar las pinturas murales que ejecutó en 1903 para adornar las bóvedas y la cúpula de la capilla de la Sagrada Familia de Almería, en la calle Reyes Católicos. Como algo anecdótico reseñamos que realiza el bastón de mando de la toma de posesión como alcalde en 1904 del ya citado Eduardo Pérez Ibáñez, regalo del Colegio de Médicos de la ciudad.

      La visita de Alfonso XIII a la ciudad (1904) le traerá diferentes encargos importantes. Entre ellas, unas pinturas para una de las salas del Ayuntamiento y un retrato del Rey. En 1905 fue nombrado corresponsal artístico de la revista Blanco y Negro y del ABC, obteniendo, además, la cátedra de Artes Industriales. En 1906 es distinguido con la medalla de plata de su majestad Alfonso XIII. Durante esos años participa en todas las manifestaciones artísticas de la ciudad, exponiendo generalmente, como era usual en la época, en los distintos escaparates de los comercios de la ciudad. En 1917 deja Almería y se traslada a Madrid para ocupar la plaza de ayudante artístico en la Escuela Central de Artes y Oficios, con ese motivo, la Escuela de Almería le propone para que se le conceda el ingreso en la orden civil de Alfonso XII. En Madrid se dedicó a la docencia hasta 1934, que se jubiló.

      En un análisis de su obra podemos distinguir una primera etapa de formación hasta su llegada a Almería en 1892, estando becado por la Diputación de Madrid por su obra Consolar al triste. Ya en nuestra ciudad se desarrolla como pintor y realiza obras de tendencia realista (El remiendo, 1897), que perdura hasta 1905, participando en diversas exposiciones y realizando la mayoría de sus principales obras ya citadas.

      Trabaja con una técnica suelta y expresiva, minuciosa en algunas ocasiones y aún sin la pincelada desenvuelta que caracterizara sus posteriores obras. El uso de tonos monocromáticos lo usa ocasionalmente en algunos retratos, cuadros de flores o copias religiosos. A partir de 1905 entra en una etapa de temática social y algunos bodegones, mostrando parcelas de la vida cotidiana, los mineros, la usura. Sus colores aparecen más apagados. En líneas generales, trabaja la acuarela, el óleo sobre papel, tabla o lienzo.

      Respecto a la temática de sus obras destacan los retratos que realiza por encargo, consiguiendo una fidelidad al modelo tanto en las líneas y volúmenes como en el color. También se le conocen autorretratos, el primero fechado en 1917. Realiza escenas costumbristas tanto óleos como acuarelas, en ellas da preferencia al conjunto más que a las figuras individuales. En líneas generales, trata con mayor atención la imagen femenina, que dibuja de forma elegante y con cierto aire de frivolidad. Sus paisajes tienen un matiz preimpresionista. Refleja de forma algo crítica ciertos temas de pintura social.

      Su obra en Almería quizás ha quedado enmarcada por la pintura decorativa ya citada (capilla de la Sagrada Familia y alegorías para la vivienda de Emilio Pérez Ibáñez), no llegando a tener una gran técnica depurada, pero las imágenes transcurren en armonía y con un cielo azul con nubes que sirven de fondo a las figuras alegóricas.

      En su momento tuvo dedicada un trozo de la actual Avenida García Lorca con el nombre de “Malecón de Carlos López Redondo”.





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