LÓPEZ HAZERA, los

(Mondújar, ss. XV-XVI). Aristócratas musulmanes y moriscos. La familia López Hazera (o Ayala), con casa residencial y amplias propiedades en Mondújar, descendía de una noble estirpe musulmana que, al igual que otras, fueron colaboracionistas de los Reyes Católicos en la conquista del Reino de Granada, convirtiéndose pronto al cristianismo. Estos servicios fueron premiados con el cargo de alguacil perpetuo del lugar de Mondújar.

El primer caballero musulmán que se convirtió al cristianismo e intervino a favor de la monarquía católica fue Diego López Hazera, cuyos servicios de armas (apoyo al marqués de Mondéjar en la represión de la sublevación mudéjar del Albaicín en 1499) fueron recompensados en 1513 por la reina Juana con la concesión de un escudo de armas: dos lobos en campo blanco, la orla colorada con ocho aspas de Santander amarillas y la leyenda del Ave María. Diego López Hazera, junto con otros dos destacados moriscos (Fernando de Córdoba y Diego López Abenajara), lideró un importante contingente de moriscos dentro del ejército que fue a sofocar el movimiento comunero de la ciudad de Baza en agosto de 1520 al mando del marqués de Mondéjar, capitán general del Reino de Granada. Hijo de Diego fue Hernán López Hazera, quien tuvo como descendientes a Diego y Francisco López Hazera, todos ellos sucesores en el alguacilazgo perpetuo de Mondújar. La familia practicó la endogamia dentro de la antigua aristocracia musulmana que quedó tras la conquista: así, Diego López Hazera (muerto en 1565 por los monfíes) estuvo casado con Catalina de Belvis, y su hermano Francisco, con Brianda de Belvis, ambas hijas del morisco Vicente de Belvis y hermanas del doctor y maestrescuela de la Catedral de Almería, Diego Marín; eran, además, tíos de Alonso Avís de Granada Venegas, la máxima representación de la nobleza musulmana asimilada.

Durante la guerra de los moriscos (1568-1570), Francisco López Hazera era alguacil de Mondújar. Siguiendo la tradición familiar, sirvió con sus armas en el ejército del marqués de los Vélez, primero, y de Juan de Austria, después, quien, en VII-1570, reconoció sus leales servicios otorgándole una provisión por la que le concedía potestad para traer armas y protegía a su familia y hacienda, asimilándolo a cristiano viejo a todos los efectos, evitando así su expulsión y confiscación de bienes. Pero, en 1575, Francisco de Córdoba, capitán general de la costa del Reino de Granada y enemigo acérrimo de los moriscos que habían permanecido en el Reino, ordenó su expulsión, aduciendo haber dado alimentos a tres moriscos monfíes. Aunque tal acusación se demostró falsa, Francisco López murió poco tiempo después exiliado en el Reino de Murcia.


Muñoz Buendía Antonio





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