Antonio Alonso Cervantes nació en Vera
en 1930 y consagró su vida a la búsqueda de agua para regar las tierras
como presidente de la sociedad Climasol y a presidir el equipo de fútbol
de su pueblo durante 25 años.
La cojera que padecía en su pierna no le impedía correr más rápido
que nadie con el cerebro: pensar y hacer, como si no hubiera un mañana.
Para un niño de la época, decir Antonio, El Cojo, el presidente del Vera,
era apelar al artífice del único campo de césped de la provincia, antes
que en la capital; decir Antonio el presidente era acordarse de quién
era capaz de traer al Real Madrid de Juveniles hasta ese frondoso estadio
de Las Viñas; decir Antonio Alonso en la provincia era invocar a algo
grande, capaz de llevar a un club de secano a toda una tercera división
de la época.
Pero Antonio Alonso, aunque lo pareciera, no era solo fútbol. También
empeñó parte de su patrimonio en buscar agua para los campos de Vera,
secos como calaveras. Era - además del Club Deportivo Vera- su gran obsesión:
tener agua para poder regar, para poder cosechar y crear riqueza, desde
que nació en 1929 en un cortijo del Real, donde su padre disponía de
viveros de naranjos y limoneros. Muy joven fue nombrado delegado del Grupo
Sindical de Colonización en Vera, impulsó la llegada de la Caja Rural
a su pueblo y después fundó la Sociedad Agraria de Transformación Climasol,
de la que terminó siendo presidente honorífico, dentro de la Comunidad
de Regantes del Bajo Almanzora.
Colaboró en la llegada del agua del Tajo-Segura y del Negratín, junto
a Juan Camacho y Lorenzo Belmonte, y pleiteó, empeñando su propio patrimonio,
allí donde creía que podría obtener una gota de agua para el campo veratense,
adelantando dinero para tuberías y motores que casi nunca recuperaba.
Antonio también fue concejal con José Salas Bolea y Francisco Núñez
Carmona y colaboró con su familia en la creación de la cooperativa de
semillas y abonos La Veratense y su casa siempre estuvo abierta a sus vecinos
en la Nacional 340, junto a la Seat. Antonio Alonso fundó el Vera actual,
en 1960 y en 1969 rehabilitó el nuevo campo de Las Viñas con tribuna
y vestuarios. Bendecido por el párroco Juan Fernández Marín, con la
asistencia del delegado provincial de la Federación, Francisco Góngora
Ramírez, quien impuso a Antonio la insignia de oro por su labor en el
deporte.
En esos años, en los que apenas había pueblos con fútbol federado, Vera
ya disfrutaba de equipos en juveniles, infantiles y alevines y pistas polideportivas.
Eran esos tiempos en los que Antonio entraba antes del partido al vestuario,
a arengar como un Bernabéu a la veratense. La vida de Antonio Alonso
fue fútbol y agua y más fútbol y más agua, hasta dejarse el pellejo
y el dinero en ello.