FISCHER, Familia

Familia de diplomáticos, empresarios y comerciantes de uva afincados en Almería desde mediados de los setenta del siglo XIX hasta 1944, en que abandonan nuestra ciudad por las dificultades económicas al término de la guerra civil. Tendrán en el cortijo Fischer (hoy sede del Instituto Andaluz de la Mujer en Almería) su vivienda y símbolo social de la alta burguesía local, una monumental residencia ubicada en la denominada finca Santa Isabel, a la entrada de la ciudad por la avenida Federico García Lorca, el más importante ejemplo de la tipología arquitectónica de casa palacio burguesa ligada a las élites sociales y los grandes comerciantes uveros.

El iniciador de la saga, Hermann Friedrich Fischer Drews (Swinemünde – Polonia-, 22-1-1848; Almería, 13-7-1918), llega a Almería procedente de Málaga en 1875 en calidad de cónsul de Dinamarca, Noruega, Rusia e Italia, lo que le permite un prestigio social que le abre puertas para su actividad comercial como productor, exportador de uva y consignatario de buques o vaporista en un momento de máxima expansión del parral y del negocio uvero.

Su centro económico es la finca uvera de 13,5 ha, que abarcaba desde el Paseo de la Caridad hasta la actual Residencia Ballesol (solar hoy conocido como complejo educativo Santa Isabel), regadas con el Canal de San Indalecio, la gran obra hidráulica de la segunda mitad del siglo XIX.

La otra gran finca de la familia estaba en Huércal de Almería, con 16 ha regadas con agua del mismo canal y una boquera, y cuyo centro productivo era el cortijo Las Mascaranas, hoy reconvertido en sede institucional del Ayuntamiento.

Su actividad diplomática y empresarial le permite estar presente en todos los actos sociales de la ciudad en estas décadas, con abundantes testimonios en la prensa: la afición por el tenis (deporte entonces minoritario para las élites), la posesión de un barco deportivo o de los primeros automóviles, la colaboración en múltiples actos benéficos, los banquetes en el cortijo Fischer con lo más granado de la burguesía local cuando llegaba alguna autoridad nacional, la atención de los buques en tránsito de los que ostentaba la representación diplomática, la representación institucional de esos países en actos oficiales…

Pero quizás lo más relevante es su actividad empresarial como exportador de uva, que conectaba el productor con los barcos de vapor y los mercados a cambio de una comisión, dominando, en este caso, especialmente los mercados uveros del Norte de Europa y los países bálticos. Es un exportador menor frente a los grandes consignatarios uveros de la época (como los González, McAndrews, Berjón o Alfredo Rodríguez), pero obtiene unos amplios beneficios a través de los mercados de Copenhague o San Petersburgo. El momento de máximo esplendor comercial coincide con la década de los veinte, con la recuperación tras la crisis de la Primera Guerra Mundial, cuando llega a alcanzar unas cuotas de venta anual de más de 50.000 barriles.

Aunque se integra en la alta burguesía local mantendrá unas señas distintivas, como la religión protestante (por ello serán enterrados los miembros de la familia en el llamado cementerio inglés, un ámbito anexo al cementerio de San José), la formación de los jóvenes y los periódicos viajes de la familia a la Dinamarca natal, y un palacete residencial, el cortijo Fischer, como símbolo representativo.

En 1875 casa con Cecilia Johanne Winslow Jensen (Copenhague, 17-4-1855; Almería, 27-9-1883), matrimonio del que nacerán cuatro hijos, aunque solamente dos pervivirán: Hermann y William. Sin embargo una tragedia familiar (una caída del caballo)acaba tempranamente con Cecilia, cuyo recuerdo y dolor quedará en el nombre inicial de la vivienda (Villa Cecilia) y el busto de la esposa muerta decorando espacios singulares del interior.

La actividad empresarial y diplomática será continuada por su hijo Hermann Frederik Fischer Winslow (Almería, 24-9-1877; Roskilde – Dinamarca-, 11-3-1947), mientras su hermano William retornará a Dinamarca a mediados de los veinte.

Casado Hermann en Málaga con Inga Gundel (Copenhague, 18-4-1875; Almería, 25-7-1944) en 1908, ésta se convertirá en referente de la familia y cara visible de innumerables actos de la alta sociedad almeriense, donde los salones y el jardín del Cortijo se convierten en protagonistas. Inga demostrará ser una mujer tenaz, con formación y adelantada a su tiempo, comprometida con los débiles en múltiples obras sociales y participando en la prensa local para reivindicar el nuevo papel de una mujer independiente, preparada y que no dependiera del matrimonio.

Pero la bonanza de los años veinte en la exportación uvera y los vientos económicos a favor, chocan con el cierre del mercado norteamericano en 1924 durante 10 años, o el intervencionismo inglés, que otorga preferencia a la producción colonial. Todo ello seguido de la brusca depresión de los treinta y la caída de ventas desde 1932 que se prolonga hasta la guerra civil.

Sin embargo, el prestigio social de Hermann se mantiene intacto junto a la representatividad familiar: en 1930 es nombrado tesorero de la Asociación de Comerciantes Exportadores de Uva de Almería, y además es vocal de la Cámara Oficial de Comercio, Industria y Navegación de Almería.

El matrimonio Fischer tendrá dos hijos, Cecilica (prematuramente muerta con apenas un año) y H. F. Fischer Gundel(Almería, 1-3-1911; Copenhague, 12-8-1979), conocido coloquialmente como “Cito”, abreviatura de Hermancito, para diferenciarse de los mismos nombres de padre y abuelo. Como sus padres, debe mantener la saga y el negocio familiar, y para ello su formación será en la Dinamarca de procedencia.

Durante la guerra civil el Cortijo será un lugar privilegiado por su inmunidad diplomática, además de improvisado hospital de Cruz Roja, e incluso refugio frente a los bombardeos. Pero al término de la contienda la finca está totalmente arruinada por el abandono de los cultivos, y se necesitaba una gran inversión para recuperar la producción uvera, aunque, además, el mercado está totalmente cerrado por la inmediata Segunda Guerra Mundial.

Los Fischer han de hacer frente a una hipoteca e ingentes gastos ligados a su estatus y gran mansión. En esta dramática situación Inga intenta salvar la finca vendiendo verduras en el mercado central, cultivando hortalizas en el Cortijo con las criadas, e incluso comercializa granuja (uva de mala calidad con el racimo deteriorado). Pero es insuficiente y el 4 de julio de 1944 los Fischer deben vender la casa palacio y su plantación al Patronato Nacional Antituberculoso por 435.000 pesetas, aunque posteriormente se reconvierta en Cortijo del Gobernador Civil.

Inga muere en julio de 1944 y es enterrada en el panteón familiar del cementerio inglés. Su marido H.F. Fischer Winslow abandona Almería pobre y demente en 1944, siendo acogido por su hijo Cito en Madrid, que trabaja para la cancillería danesa y que poco después se traslada a Málaga como cónsul de Dinamarca. Su padre morirá en Dinamarca en 1947, pero sus cenizas serán depositadas en la tumba de su amada Inga en Almería.

La monumental casa palacio, el testimonio más importante de la trayectoria familiar y la actividad empresarial de los Fischer se convertirá, como antes mencionamos, en residencia del Gobernador Civil hasta 1967, después en Delegación de Educación y, tras una reciente rehabilitación, desde 2012, es sede del Instituto Andaluz de la Mujer, dependiente de la Consejería de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación.

Mientras, los Fischer mantienen su contacto y recuerdo permanente con Almería desde la residencia en Málaga de uno de los descendientes, Peter Fischer Wilkinson, lamentablemente muerto en fechas recientes

 Bibliografía

 RUIZ GARCÍA, ALFONSO. El Cortijo Fischer. Arquitectura y memoria de una casa palacio burguesa de Almería.Instituto de Estudios Almerienses, Almería, 2022.

 



Ruiz García Alfonso





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